martes, 2 de noviembre de 2010

Sanando corazones

Iba el amor caminando por las calles de la ciudad, cuando al llegar a una esquina vió que una joven entraba a una tienda de regalos.
Notó que ella tenía una leve sonrisa que denotaba su tristeza.
Unos metros más allá, se acercaba un joven, éste no tenía ninguna intención de entrar a la tienda.
Pero al cruzarse con el Amor, éste le dió un empujón que hizo al joven tastabillar, más en ese momento, la joven salía de la tienda.
Como es de suponer, sus cuerpos chocaron, y después de las consabidas disculpas de rigor, el joven se presentó a ella dándole su nombre, a lo cual ella correspondió dándole el suyo.

Luego de una breve charla, se fueron caminando juntos, y antes de cruzar la calle, ya se habían cogido las manos.

El Amor, satisfecho de sí mismo sonrió, y siguió caminando.
Al llegar a la otra esquina vió, a un muchacho en la parada del autobús, de un edificio del frente salió una jovencita que se dirigió en sentido contrario a la parada de autobús, el Amor al ver que estaba demasiado lejos de ella, cogió su arco, puso la flecha , y tensando su arco lo dispuso para que la flecha alcanzara el corazón de la jovencita, cuando ya estaba a punto de disparar su cupida flecha, notó que, detrás de él, a unos metros de distancia,  una joven  le miraba, medio escondida tras un árbol, con una tímida mirada.
El Amor destensó su arco, lo guardó y se dirigió a la jovencita.

Al hacerlo, notó que la vestimenta de la jovencita  no era de muy buena calidad, sus pequeños zapatos estaban gastados, llenos de polvo, su blusa ya raída  por el tiempo, tampoco la niña era lo que se dice hermosa, como mucho, medianamente interesante.

.- Resumiendo.-
La joven no era hermosa, y  dejaba mucho que desear, sobre todo su vestimenta, sus zapatos, su blusa, si hasta el pequeño bolso que llevaba colgado de su brazo, parecía haber sido sacado de las cavernas.

¡Escucha!---Le dijo, el Amor:
“Veo que hace mucho que me sigues, ¿tienes algún problema?, ¿de amores quizás?”.
“No creas que no se que llevas mucho tiempo siguiéndome, pero nunca te acercas”.

Ella , titubeando le contestó:

“Este….es que…. “.
¡Basta!.- le replicó el Amor.-
“Seguramente y no me equivoco nunca, tu debes estar amando  a  alguien que no corresponde a tu amor, eso es el mal de muchas”.

A lo que la joven respondió:

“Esteee… es que…. yo…”

¡Basta!....¡Que no se hable más!!.- dijo el Amor.
“Yo te buscaré, el mejor, el más agraciado, fuerte, varonil, etc. etc. etc., y  haré que se enamore de ti”

“Pero”.- dijo la joven.—“Es que yo…. no…”

¡Silencio!.- dijo  el  Amor. – “Yo soy el Amor,.--- ¿acaso no me conoces?.

“Sí” ..- contestó la joven.- “Te conozco”
¡Pues yo!..- continuó el Amor. “ Tengo el poder de hacer que hasta un príncipe se enamore de una pobre mendiga”.

“Y para que veas mi poder, te lo demostraré , y haré que esa niña que va caminado hacia el otro extremo de la calle, se devuelva  y  venga acá, y se siente junto a  ese muchacho, a esperar el autobús, y mientras lo esperan haré que se conozcan, y que se enamoren”.

Y  el Amor casi sin terminar su frase, tensa su arco con la flecha ya dispuesta,  y apunta a la niña que ya estaba a punto de girar la esquina.

Cuando ya el Amor iba a lanzar la flecha, gira su cabeza, y mirándo fijamente a la joven con la que hablaba, intrigado le pregunta:

¡Oye!
"Hemos estado hablando unos cuantos minutos y aún no sé tu nombre, así que
¿Cómo te llamas?".

La joven, baja su mirada, y le dice tímidamente:

“Yo me llamo,  Amistad”.

¡Vaya! .- dijo el Amor.- ¿Amistad?,. No te conocía.

¡Y díme!
.- Continuó  el Amor.—

¿Y qué trabajo haces tú? (si es que trabajas en algo).

¿Yo?.- Le dijo ella… Yo soy la que te sigue durante toda tu vida.

 Soy la que voy detrás de ti recogiendo los pedacitos de los corazones, para sanarlos, acariciarlos, y que vuelvan a sentir.

Esos mismos corazones que tú….  destruyes con tus flechas.