domingo, 24 de marzo de 2019

Y me preguntó Dios





¿A qué vienes tu aquí?.


“Necesito un corazón”.- dije yo.


“Necesito seguir amando,


quiero ser perdonado y quiero poder perdonar.”




¿Y el tuyo dónde está…el que un día te entregué?


“Es que se lo di a ella… y parece que lo perdió,


o no lo supo cuidar, o lo pisoteó”.




Yo.- me dijo Dios


Yo el mío no te puedo dar,


lo necesito para el amor


y para la humanidad.




Y me fui de allí.



Y vagué por las ciudades


por los campos por los montes


y hasta crucé los mares más allá del horizonte


y cuando cavaba mi fosa


en la que maldigo mi vida


se acercó la oscura noche


la que rompe las heridas.



Y me dijo:



“¿Buscas un corazón?



Toma el mío…te lo doy yo.


Tú ya….no le pidas nada a Dios.!






Y lo tomé en mis manos, y su roja sangre me manchó


estaba lleno de ira, de enojo, de rencor


de sentimientos podridos


lujuria marchita por el calor del sol.



Y le dije a la que lastima la vida:



“¡No lo quiero!. ¡No lo quiero!


Aquí no hay nada de perdón.


yo quiero que vuelva a amarme


perdonarme ella mis errores


y sus errores perdonarle yo.






Disculpa, pero aquí… no hay nada de amor.”






Y la que llora profundo


se acercó y me dijo:






“¡Shhhhhhhisss!. Tu no hables tan alto


para que no te escuche Dios,


pero éste es el que tengo…el que te doy yo,


es el que necesitas…. el que no tiene perdón.


Y ahora……..¡Shhhhhhissss!


Tu no hables tan alto….


para que no te escuche Dios.”


Porque Él sabe lo que sientes,


que mueres cada día, cada noche...


cada instante.






Y me alejé, me alejé allí… donde nadie me pueda ver


para asfixiar mis recuerdos,


para anudar mis venas


para sentir que no vivo


para enterrar mi voz


porque hoy.


hoy otra vez quiero sentir...





que muero

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